Sábado, día 10 de junio
EN EL MISMO PATIO, A DISTINTA HORA…, EN
TOCINA, LA VIEJA ODUCIA
Han
pasado aproximadamente una veintena de años; se dice pronto. Y me he encontrado
en el mismo patio de recreo donde ejercí el magisterio durante tres años; algo
cambiado, el cemente ha cubierto la tierra y han desaparecido las viejas
canastas de baloncesto. El edificio escolar es el mismo, mejor cuidado, pero
bastante más viejo. Me he encontrado antiguos alumnos y viejos amigos. Los
primeros me han tenido que reconocer, ya que si a mí me encuentran casi igual,
ellos cambiaron profundamente, en especial de tamaño; aquellos alumnos que
estrenaban su EGB por aquellas fechas hoy ya tienen familia la mayoría y son
sus hijos los que ocupan las plazas escolares del Colegio García Míguez. A los
segundos nos los veo con la frecuencia que quisiera, pero siempre es agradable
encontrarme con ellos, charlar de recuerdos vividos en común y de intercambiar
noticias de nuestros presentes respectivos. Y la alegría, por lo menos eso me
parece, se hace mutua y compartida.
Ahora
mi visita fue por motivos bien
distintos, aunque algo puede tener también de magisterio, y es el de enseñar,
en esta ocasión a adultos, la necesidad de despertar una adormecida conciencia
de pueblo, de pueblo andaluz.
Y
el mensaje, con mayor o menor acierto, me brotó lleno de sinceridad y al final,
la acogida también lo fue.
Hablar
de resultados es otra cuestión.
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