136 .- DECORADOR IMPOSIBLE
A la orilla del Alcor,
mirador sobre la vega,
voló mi imaginación,
en busca de vistas nuevas,
que despertaran mis ojos
de su caduca ceguera.
Decorador me sentí,
de aquella cercana tierra
y, con alocadas prisas,
cambié lo que había en ella:
Decoré el celeste cielo
con gaviotas marineras;
mil olas de blanca espuma
deslicé sobre la vega
y, sobre la mar sembré
un oasis de palmeras.
Mis ojos se encandilaron
con la iniciada tarea,
y seguí yo, decorando
lo que encontré por mi vera.
Y decoré los caminos
con finos polvos de estrellas,
y el aire coloqué
miles de puertas abiertas
para que salgan y entren
riadas de palabras nuevas.
Un vértigo placentero
se enredaba entre mis piernas,
mientras la loca locura
libaba en vieja colmena.
Y decoré las fachadas
con arabescos de seda
y al pueblo le coloqué
tejado de bellas tejas,
para que el agua de lluvia
se deslizara por ellas.
Una mirada perdida
se enamoró de la Muela
y me ayudó a decorarla
con burbujas de acuarela,
con escarchas azuladas
y perlas de agüita fresca.
como las mentiras ciegas,
nada quedó por cambiar,
nada escapó de la quema.
El sol, la luna, los vientos,
todos cumplieron condena.
Pasada gota de tiempo,
desperté, sin darme cuenta,
y todo volvía a ser,
igual, como hace un rato, era.
Nunca podré yo saber,
por muy sabio que me crea,
que es mejor para mi vista,
lo real o las quimeras,
aunque resulta bien grato,
perder algo la cabeza,
en inventar nuevos mundos
de efímeras existencias,
para pensar, que la vida
puede ser de otra manera.
El Viso del Alcor, 13 de septiembre de 2022
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