lunes, 7 de febrero de 2022

RECUERDO DE NUESTRA EXPOSICIÓN EN VALENCIA

                             A pesar de no dedicarnos a ello de forma profesional, después de la primera exposición en Melilla, año 1965, pasados dos lustros, en 1975, ya íbamos por cinco exposiciones, dos en Andalucía, la de Ronda y Huelva y las otras dos, en lugares tan lejanos como La Coruña y Valencia. Y curiosamente, casi siempre envueltas en algún percance, afortunadamente ajeno al tema pictórico, pues en general las cinco no se nos dieron mal.

                            En esta última, la de Valencia, podemos señalar que  por razón de enfermedad grave de un familiar, mi hermano Clemente se tuvo que quedar en El Viso y me tocó a mí sólo bregar en esta aventura. Fue en la Sala Hoyo y volvimos a presentar óleos, témperas y plumillas, en número de 28 obras.  Encargándose del traslado de las mismas una importante empresa sevillana que con el seguro correspondiente tuvo que hacer frente a la rotura de los cristales de cuatro o cinco de ellas y ademas de forma rápida. Pero el incidente mayor fue el que pasamos a explicar seguidamente: Una de las cláusulas del contrato reflejaba que la Sala podía intervenir en el precio de lo cuadros, ya que se llevaba un tanto por ciento de las ventas. Nosotros, con los pies en la tierra y teniendo en cuenta que éramos dos perfectos desconocidos en el tema, noveles además, los que llevábamos eran algo bajitos; la verdad sea dicha nos conformábamos con cubrir gastos. En principio no hubo inconveniente por parte del dueño de la Sala de aceptarlos. Pero se dio la curiosa anécdota que en el día anterior a su apertura, en jornada de mañana y tarde, cuando estábamos montándola, fueron muchas personas a las que le debió interesar lo que se estaba exponiendo y pìdieron datos sobre la misma al dueño. Este, acostumbrado a estas situaciones y viendo negocio en ello, que para eso era el propietario, nos pidió que subiéramos los precios, cosa que para nosotros no era ningún inconveniente; de tal manera que le dejamos que se hiciera cargo de ello. Y creo que se pasó. 

                            Cuando se abrió la exposición el éxito fue bastante, ya que era un lugar céntrico y que tenía un buen fichero de clientes, a los que debió invitar; el interés tampoco faltaba por parte de los visitantes, pero había algo que echaba al personal para atrás y pronto descubrimos que la causa era el ambicioso precio que había decidido. Con lo que no contaba aquel fue con que mi cuñado, también algo avispado en cuestiones de números, se quedó con la copla, y recogió datos de los interesados, sobre todo de teléfonos, sin decirnos ni "mu". 

                                           (El primero de los cuadros que aparece en el catálogo)

                                Terminó la exposición y me encontré con ese dicho tan peculiar entre nosotros, de que en aquella exposición salíamos "con lo comido por lo servido"; pero mi sorpresa fue, cuando mi hermano político me dice: ¿Tú tienes mucho interés en llevarte los cuadros que quedan para Sevilla? Mi respuesta fue sincera y clara: Ninguno.

                                Y a través de aquellos datos y teléfonos conseguidos, fue entrando en contactos con los aún potenciales interesados y salvo tres cuadros que quedaron en su hogar, al resto que quedaba les dio salida, convirtiéndose en una de las exposiciones nuestras más jugosas en lo económico.   


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