Entrega 1. Escrito 5
ME EMOCIONO Y LLORO MÁS QUE NUNCA
Los muchos años consumidos, años que ya no poseo; las muchas vivencias
disfrutadas y padecidas; las muchas historias escritas metafóricamente, algunas
contadas, en el personal y particular libro de mi vida; los éxitos (pocos) y
los fracasos (abundantes)esparcidos, con cautela y sigilo, por los regalados espacios
terrenales; las bendiciones y premios otorgados por un desconocido dador de
gracias y, sobre todo, lo mucho que, en la vejez, poseo, esposa, hijos, nueras,
nietos, hermano, familia y amigos, me han colocado, sin complejo, en primerizos
puestos de plañideros llorones, sobrado de lágrimas y paciente consumidor de
gratas emociones.
Los laureles de los hijos, los triunfos de las nueras, el continuo,
bendito e imparable crecer sanos de los más pequeños, la complicidad con el
único hermano que me queda, la especial familia que sé, me venera como elegido
Patriarca y los muy buenos amigos, no buscados, encontrados en muy buenas
horas. Todos ellos se han convertido, con su hacer, con su vivir, con sus
bondades, en incansables fabricantes de emotivos momentos, en productores
inconscientes de abundantes lágrimas. Pero, este crecido lagrimeo, no se queda
sólo en lo anterior. Lloro también con películas, con lecturas, con la buena
música, con noticias, con todo aquello que sabe y huele a salubre humanidad. Sirvan
de ejemplo, en estos días de “encierro”, como causa de mis lágrimas, de mis
jipíos, de mis llantos no disimulados, las historias interminables de los
balcones hispanos, la impagable entrega de los sanitarios, la ímproba labor de
las fuerzas armadas y de los hombres veladores de la seguridad nacional, la de
camioneros y todos los que velan por mantenernos vivos en estos inciertos y
funestos días de obligado enclaustramiento, ninguno de ellos merecedores de
contagio o muerte. Y como botón de muestra, “óscar” del lagrimeo, el vídeo de
la pequeña que desconsolada, lo único que quiere, es CALLE.
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