Domingo,
21 de octubre de 2018.
A
214 días…
LA CELEBRACIÓN SORPRESA DEL CUMPLE DE AUXI ORGANIZADA
POR SUS HIJAS Y SUS ADLÁTERES.
Gracias Sr. Tiempo. Felicidades para Auxi
y felicitaciones a sus tres hijas, Elena, María y Laura. El arroz negro con
alioli para reventar de bueno. Y nos dieron las diez y las once y no
encontrábamos la forma de terminar.
Jornada festiva larga y bien aprovechada y
disfrutada. Meteorológicamente completita: lluvia fina y gorda, truenos,
relámpagos, sol y nubes, sol solito y grave error de los meteorólogos, lo cual
agradecemos, al diagnosticar lluvias a partir de las cinco de la tarde en los
alcores y no cayó ni una gota.
Durante unas semanas se fue fraguando el
festejo, bajo la dirección silenciosa de Elena y María, en las que había que
evitar a toda costa que la homenajeada se diera cuenta de su rol de felicitada
sorprendida. Trabajo nos costó a todos mantener el secreto, siendo tantos y de
muy variado pelaje de disimulo. Se creó un grupo de “guasa” y ello pudo acabar
con el secretismo pues la susodicha Auxi, tiene la costumbre, sana o no, de
entrar en los móviles familiares. Al final hubo suerte y el secreto siguió
siendo secreto hasta el momento culmen del encuentro de homenajeada y
homenajeadores.
Primero, bajo lluvia de distintos tonos e
intensidad, se improvisó el lugar de la celebración, las cocheras de la gran
casa de Antonio y Antonia, espacio reducido pero suficiente para albergar a
todos los invitados. Los materiales (platos, copas, vasos, cubiertos, etc.)
alquilados para la fiestas fueron ocupando sus respectivos lugares. Adornos y
velas en frascos de cristal y faroles y unas letras hinchables de “feliz cumpleaños”, en inglés, componían la
decoración.
Ante la persistente lluvia, Auxi, ajena al
secreto movimiento festivo, cambiaba sus planes de ir a comer con sus hijas y
con nosotros a Gelves, por el de hacerlo
en San Román. No sabemos las maniobras y las tretas de Teo para ir a casa de
“los Antonios” antes de ir al restaurante elegido para comer.
Una vez preparado todo el escenario, los
celebrantes fuimos avisados para que nos dirigiéramos hacia la gran puerta de
entrada que permanecía totalmente cerrada para evitar que la “reina del día”
pudiera ver a la mesnada de vasallos, ya, algo
impacientes por su tardanza.
Teo, cochero particular de la “soberana
cumpleañera”, hizo sonar el claxon de su coche para avisar que habían llegado.
La puerta del palacio se fue abriendo lentamente, mientras sonaban las primeras
notas y letra del “cumpleaños feliz”. Los ojos de Auxi no daban crédito a lo visto, los gestos de sorpresa daban a
entender que no comprendía nada de lo que estaba sucediendo, inevitables
lágrimas asomaron a sus ojos, palabras ininteligibles brotaron de su labios y
qué se yo de lo pensado o de lo imaginado que pasó por la mente de aquella
mujer, sorprendida, ingenua, echada a los leones y leonas sin esperarlo. Canto
de “es una chica excelente” y comienzo de un desordenado rosario de abrazos,
besos y preguntas sin respuestas hasta que las aguas se calmaron y, muy a poco,
la más que sorprendida, fue dándose cuenta de dónde estaba y quién era.
El resto de la fiesta, imaginable.
Abundante comida, sobra de bebidas y ambiente extra bueno. A destacar, el arroz
negro preparado por el marido de una compañera de Auxi, antiguo alumno de un
servidor. ¡Felicidades por el éxito del mismo! Dos kilos y medio de arroz, con
sus correspondientes avíos fueron engullidos en un santiamén. Como en ocasiones
anteriores, cada invitado llevó un plato, sistema que garantiza la abundancia y
calidad de la comida. Los regalos, como era de esperar, gustaron a Auxi. Las mujeres encargadas de escogerlo acertaron
de pleno. Los roscos de Rosa, no hace falta confirmarlo, supieron a poco,
desaparecieron antes de decir Jesús, y la tarta, de la misma autora, con otros
dulces caseros, completaron el menú alimenticio. Después llegaron las copas,
los “chinmays”. La tarde meteorológica se comportó, nos concedió una tregua,
celebrada por todos nosotros, y en animada charla y picoteo de frutos secos
consumimos una tras otra las horas de la tarde.
A
una hora prudente, los invitados, cada uno a su aire, fueron abandonando la
casa mágica de Antonio y Antonia, ofertada generosamente para todo tipo de
celebraciones de los amigos. ¡Gracias!
Recogido y ordenando todo, daba la
impresión que la fiesta había llegado a su fin, pero, he aquí, que Antonia
propuso tomar una última copa. Quedamos un grupo reducido de invitados que, sin
obligaciones cercanas y pocas ganas de
“arrecogernos”, nos sumamos a la propuesta de
la dueña de la casa.
Llegó Daniel, venía de Málaga y, sin mucho
insistirle, se sumó al grupo. Tomamos
restos del naufragio. Antonio sacó un chorizo de venado, al que no le hicieron
mala cara y, acertadamente en maridaje perfecto, apareció la manzanilla de
Sanlúcar. ¿A quién le da ganas de marcharse con el panorama contado?
Superada las once de la noche, levantamos
el campo, más que satisfechos, agradecidos y bastante alegres. ¡Qué los
conductores no se topen con la poli de tráfico! Hasta el momento de escribir la
presente crónica familiar no tenemos noticias de “damnificados”.
Sólo nos queda, dormir su “mona”, cada
uno. Mientras Auxi, con seguridad, empezará a rumiar su gran día, regalo de los
suyos y de sus fieles amigos. ¡Felicidades, campeona!
No hay comentarios:
Publicar un comentario