miércoles, 7 de noviembre de 2018

Al rescate de Calabuig 2


Domingo, 21 de octubre de 2018.
A 214 días…


LA CELEBRACIÓN SORPRESA DEL CUMPLE DE AUXI ORGANIZADA POR SUS HIJAS Y SUS ADLÁTERES.


      Gracias Sr. Tiempo. Felicidades para Auxi y felicitaciones a sus tres hijas, Elena, María y Laura. El arroz negro con alioli para reventar de bueno. Y nos dieron las diez y las once y no encontrábamos la forma de terminar.

     Jornada festiva larga y bien aprovechada y disfrutada. Meteorológicamente completita: lluvia fina y gorda, truenos, relámpagos, sol y nubes, sol solito y grave error de los meteorólogos, lo cual agradecemos, al diagnosticar lluvias a partir de las cinco de la tarde en los alcores y no cayó ni una gota.  

     Durante unas semanas se fue fraguando el festejo, bajo la dirección silenciosa de Elena y María, en las que había que evitar a toda costa que la homenajeada se diera cuenta de su rol de felicitada sorprendida. Trabajo nos costó a todos mantener el secreto, siendo tantos y de muy variado pelaje de disimulo. Se creó un grupo de “guasa” y ello pudo acabar con el secretismo pues la susodicha Auxi, tiene la costumbre, sana o no, de entrar en los móviles familiares. Al final hubo suerte y el secreto siguió siendo secreto hasta el momento culmen del encuentro de homenajeada y homenajeadores.

     Primero, bajo lluvia de distintos tonos e intensidad, se improvisó el lugar de la celebración, las cocheras de la gran casa de Antonio y Antonia, espacio reducido pero suficiente para albergar a todos los invitados. Los materiales (platos, copas, vasos, cubiertos, etc.) alquilados para la fiestas fueron ocupando sus respectivos lugares. Adornos y velas en frascos de cristal y faroles y unas letras hinchables de  “feliz cumpleaños”, en inglés, componían la decoración.

     Ante la persistente lluvia, Auxi, ajena al secreto movimiento festivo, cambiaba sus planes de ir a comer con sus hijas y con nosotros a Gelves,  por el de hacerlo en San Román. No sabemos las maniobras y las tretas de Teo para ir a casa de “los Antonios” antes de ir al restaurante elegido para comer.

     Una vez preparado todo el escenario, los celebrantes fuimos avisados para que nos dirigiéramos hacia la gran puerta de entrada que permanecía totalmente cerrada para evitar que la “reina del día” pudiera ver a la mesnada de vasallos, ya, algo  impacientes por su tardanza.

    Teo, cochero particular de la “soberana cumpleañera”, hizo sonar el claxon de su coche para avisar que habían llegado. La puerta del palacio se fue abriendo lentamente, mientras sonaban las primeras notas y letra del “cumpleaños feliz”. Los ojos de Auxi no daban crédito  a lo visto, los gestos de sorpresa daban a entender que no comprendía nada de lo que estaba sucediendo, inevitables lágrimas asomaron a sus ojos, palabras ininteligibles brotaron de su labios y qué se yo de lo pensado o de lo imaginado que pasó por la mente de aquella mujer, sorprendida, ingenua, echada a los leones y leonas sin esperarlo. Canto de “es una chica excelente” y comienzo de un desordenado rosario de abrazos, besos y preguntas sin respuestas hasta que las aguas se calmaron y, muy a poco, la más que sorprendida, fue dándose cuenta de dónde estaba y quién era.

     El resto de la fiesta, imaginable. Abundante comida, sobra de bebidas y ambiente extra bueno. A destacar, el arroz negro preparado por el marido de una compañera de Auxi, antiguo alumno de un servidor. ¡Felicidades por el éxito del mismo! Dos kilos y medio de arroz, con sus correspondientes avíos fueron engullidos en un santiamén. Como en ocasiones anteriores, cada invitado llevó un plato, sistema que garantiza la abundancia y calidad de la comida. Los regalos, como era de esperar, gustaron a Auxi.  Las mujeres encargadas de escogerlo acertaron de pleno. Los roscos de Rosa, no hace falta confirmarlo, supieron a poco, desaparecieron antes de decir Jesús, y la tarta, de la misma autora, con otros dulces caseros, completaron el menú alimenticio. Después llegaron las copas, los “chinmays”. La tarde meteorológica se comportó, nos concedió una tregua, celebrada por todos nosotros, y en animada charla y picoteo de frutos secos consumimos una tras otra las horas de la tarde.
      A una hora prudente, los invitados, cada uno a su aire, fueron abandonando la casa mágica de Antonio y Antonia, ofertada generosamente para todo tipo de celebraciones de los amigos. ¡Gracias!

     Recogido y ordenando todo, daba la impresión que la fiesta había llegado a su fin, pero, he aquí, que Antonia propuso tomar una última copa. Quedamos un grupo reducido de invitados que, sin obligaciones  cercanas y pocas ganas de “arrecogernos”, nos sumamos a la propuesta de  la dueña de la casa.

     Llegó Daniel, venía de Málaga y, sin mucho insistirle,   se sumó al grupo. Tomamos restos del naufragio. Antonio sacó un chorizo de venado, al que no le hicieron mala cara y, acertadamente en maridaje perfecto, apareció la manzanilla de Sanlúcar. ¿A quién le da ganas de marcharse con el panorama contado?

     Superada las once de la noche, levantamos el campo, más que satisfechos, agradecidos y bastante alegres. ¡Qué los conductores no se topen con la poli de tráfico! Hasta el momento de escribir la presente crónica familiar no tenemos noticias de “damnificados”.

     Sólo nos queda, dormir su “mona”, cada uno. Mientras Auxi, con seguridad, empezará a rumiar su gran día, regalo de los suyos y de sus fieles amigos. ¡Felicidades, campeona!


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