lunes, 5 de noviembre de 2018

Al rescate de Calabuig 2


Lunes, 24 de septiembre de 2018.
A 241 días…

EL PREMIO DE LA MÚSICA LLAMADA CLÁSICA Y EL CASTIGO DE NO HABER SIDO EDUCADO EN ELLA.


     Premio y castigo. Premio por su existencia; castigo por no haber crecido junto a ella, conociéndola y amándola.


    
    Antes de seguir adelante, una recriminación a los responsables de la educación del pueblo llano que, instalados en una permanente ceguera, olvidaron o no quisieron, voluntaria o involuntariamente, hacer partícipe a la plebe de la llamada música clásica o culta.

     Y lo peor de todo es que, seguimos instalados en la indolencia, en el pasotismo, en el conformismo de renunciar a las excelencias de una música, para la gran mayoría, desconocida, inexistente, aburrida, despreciable. ¡Pobre de nosotros, criaturas ignorantes! De oídos malformados; sobrados de “orejas”, incapaces de distinguir el “chinchimpum” de algunas pobres canciones, de los regalos sonoros de un Mozart  o de un Beethoven.

     Tarareamos sin pudor melodías populares, buenas, regulares y malas malísimas,  de nuestro tiempo; aprendemos y memorizamos canciones coetáneas, compañeras de viajes en nuestro corto existir y las colocamos en el más alto de los pedestales musicales; escuchamos con deleite excesivo piezas musicales actuales que molestan a los oídos, que no dicen nada y cuyas letras son bodrios de mal gusto. Y somos incapaces, por ignorancia, de escuchar un  aria completo, un fragmento de una famosa ópera, una bella romanza, unas pequeñas gotas, unas migajas de música clásica. Y lo peor de todo es que, muchos, por atraso o analfabetismo musical, seguimos siendo felices en nuestro pobre mundo de mayoritarios  sordos, en lo concerniente a la llamada música clásica.

     Premio para todos los entendidos de esta especial música, para los practicantes, para los felices escuchantes, para los creadores, para los melómanos, y castigo extremo para todos los demás, sin haber cometido ningún delito musical y, la mayor de las veces, sin merecerlo.

     Preguntas al aire musical y a la rosa de los vientos de la música: ¿Cambiarán algún días estas inmerecidas tendencias o seguiremos divididos todos los humanos en amantes y en ignorantes,  palurdos, analfabetos desconocedores de la nominada música clásica? ¿Es posible el cambio, o seguiremos sordos en el purgatorio o limbo de los excluidos de esta clase de música?

    Dios dirá, cabezas de chorlitos.

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