lunes, 5 de noviembre de 2018

Al recate de Calabuig 2


Miércoles, 26 de septiembre de 2018.
A 239 días…

CAMBIAR DE AIRE ES SABIDURÍA PURA.

       Cuando el aire se vuelve pesado, sofocante, irrespirable, que bueno resulta un cambio. El cambio de aire, deja de ser un dicho más o menos acertado o afortunado, para convertirse en un paradigma sagrado del buen hacer.

     Airearse con aire nuevo, con aire limpio, inmaculado, no contaminado, a estrenar, es siempre un paso acertado hacia lo novedoso, con su carga de incertidumbre, de desconocidos resultados,  pero que nos permite un necesitado renacer a la creación personal.

     El aire cotidiano, sobado con exceso, cargado de simpleza y reiteraciones,  agotado por la monotonía, nos vence, nos derrota, no nos sirve para una sana y provechosa continuidad, no nos aporta ni una sola gota de energía para salvar lo insalvable. Cambiar de aire es la única medicina posible para salir de lo anodino, de lo trivial, de lo pueril, de todo aquello que nos arrastra a la mediocridad permanente, a lo chabacano, a lo sin valor.

     Por lo anterior, cambiemos de aire con frecuencia, cuando el cuerpo y la mente nos lo pidan. Y al escoger un nuevo aire, sepamos elegir bien. No nos limitemos a escoger por escoger, no nos conformemos con tomar el primer aire que se nos acerque tratando de ganarnos para su causa.


     Cambiar de aire a tiempo es recompensa segura, es premio, es galardón para los inconformistas, para los que nos apuntamos, ha tiempo, al decir de Pablo Neruda: “Confieso que he vivido”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario