Martes, 4 de septiembre de 2018.
A 261 días…
LOS PRIMEROS DÍAS SIEMPRE LLEGAN.
Una llamada de móvil, Ángel.
Una petición primera. ¿Os podéis quedar con el pequeño Ángel?
Respuesta de la abuela, ¡Claro que sí!
Así empieza esta familiar aventura. Por primera vez, Ángel y Esther nos
dejan al pequeño en casa, sin su presencia. Incertidumbres por vivir las
próximas horas. No sabemos cómo se comportará nuestro Angelito, si sé de la
capacidad de la abuela para salir con bien de cualquier atolladero que se nos
presente.
Estamos deseando verlo, estamos impacientes por recibirlo, abrazarlo y
darle un buen achuchón mañanero, estamos ansiando oír y ver su cálida risa y
sus agudos grititos, estamos esperando comprobar su natural gracejo y su
particular manera de saludarnos y reconocernos. Inevitablemente también llorará
y he aquí, cuando tenemos que demostrar
nuestras habilidades para calmarlo.
Suena el timbre, Ángel y Esther con el pequeño en brazos. Como de
costumbre éste nos saluda con una amplia y repetida sonrisa. ¡Buen comienzo!
Recomendaciones de Esther, de todo tipo.
Comienza el partido. Buen principio del equipo de casa. Un rato en la
mecedora escuchando los cánticos del abuelo. Cambio de juego, cuando aparecen
los primeros síntomas de cansancio. Al carrito y primer paseo por la calle
Real. Ejercicio prácticamente olvidado desde el último nieto. Primeras paradas
e informaciones sobre “¿de quién eres tú?”, alabanzas y reconocimiento de la paternidad.
De recogida, sin más, el pequeño se duerme en el carro y lo colocamos en el
salón, donde reposa plácidamente como un auténtico angelito.
Primera parte cubierta satisfactoriamente. A por la segunda, no hay
cambios, los mismos protagonistas de la primera. El cansancio todavía no ha
hecho mella en los participantes. Todo es frescura y disfrute. El pequeño Ángel
se está portando de maravilla. ¡Cómo ha cambiado!
Nos plantamos en las tres horas de estancia y vuelve a dormirse. Los
padres desconocen el comportamiento de su retoño. Estoy por pensar que no se lo
creerán cuando se lo contemos.
Ángel y Esther han recibido la información del comportamiento de su
pequeño, con manifiesta satisfacción. Son muchos los días que nos lo tendrán
que dejar y conviene que se vayan habituando a
repetidas separaciones. Haremos, con gusto, lo que podamos para
ayudarles a criar al pequeño, como hicimos con algún que otro nietecito.
Comimos todos juntos y tuvimos ocasión de conversar sobre la Celebración
que dedicamos a nuestro ángel, Ángel (valga la redundancia) Satisfacción y
orgullo con algunas pequeñas sombras; éxito de
las presentadoras; laurel para el cantautor; emoción para los
depositantes de cartas en el misterioso arcón; y fiesta ibicenca “guay” para
todos los asistentes.
Como
remate final de este primer día de estancia en casa de Ángel sin sus padres,
felicitarnos todos y a esperar muchos próximos que, en ocasiones puntuales, no
serán tan buenos. Estemos preparados para ello.
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