QUE,
AL DÉBIL CORAZÓN, HIERE
Todas las cosas humanas
tienen
un tinte de breve,
desde
la suprema gloria
hasta
el muñeco de nieve.
La
felicidad, el hombre,
con
facilidad, la pierde,
quedándole
entre las manos
restos,
que muy pronto mueren,
y
unos amargos regustos
que,
al débil corazón, hiere.
La brevedad del amor,
el
hombre sufre, padece,
quebrándose
su memoria
cuando
al fin, desaparece,
encendiendo
mil tristezas
que,
al débil corazón, hiere.
Las famas y las riquezas
son
efluvios más que breves,
que
en su efímera existencia
todo
lo ganado, pierden,
produciendo
gran quebranto
que,
al débil corazón, hiere.
La brevedad del poder
es
cosa bien elocuente,
los
reyes y gobernantes,
en
un suspirar, lo pierden,
iterando
flaca historia
que,
al débil corazón, hiere.
La propia vida del hombre,
es
parca como la muerte,
y
ella, nada puede hacer,
cuando
la nada la quiere,
la
brevedad es su sino
que,
al débil corazón, hiere.
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