sábado, 5 de noviembre de 2011

Romance (Continuación)

La Luna pasea triste,
su soledad, su estar lejos
de aquel, que ama con locura
y, ahora, no puede verlo.
La Luna llora que llora,
en nada encuentra consuelo,
aunque ilumine las noches,
aunque le canten mil versos,
aunque los enamorados
la miren con embeleso.
El Sol, tampoco es feliz,
ser “Astro Rey”, no es gran premio,
prefiere estar con su Luna,
para cubrirla de besos.

El Sol no encuentra caminos,
salidas de aquel enredo,
y decide visitar
al Dios de todos los cielos,
para que ayude a la Luna,
la dama que le quita el sueño.
Dios, escucha sus demandas
y trata de complacerlo,
y busca, entre sus cositas,
para su mal, un remedio.
Millones de estrellas nuevas,
creadas hace un momento,
le ha regalado a la Luna,
para calmar su tormento,
para hacerle compañía,
para que ría de nuevo.

Pasados algunos siglos,
migajas del tiempo eterno,
la Luna sigue penando,
el Sol continúa sufriendo,
éste, arde de pasión,
la Luna, se está muriendo,
separada de su amor,
para que seguir viviendo.

El Dios, que todo lo sabe,
no quiere, en su casa, duelos,
para animar a la Luna
le regala traje nuevo,
la llena como su Sol,
le da brillo de lucero.
La Luna, como es mujer,
no le agrada aquel obsequio,
se llena, cuando es feliz
mengua, con los sufrimientos,
pero acepta resignada,
aquellos regalos nuevos.

El Sol, solitario, fuerte,
sigue dando sus paseos,
iluminando la Tierra
y parte del universo,
con el corazón partido,
roto y desecho por dentro,
separado de su amada,
vive su vida, fingiendo.
La luna, solitaria, débil,
sufre en sus tristes paseos,
ni las estrellas amigas,
ni sus trajecitos nuevos,
les sirven para calmar ,
la pena que lleva dentro,
las ansias de amor y amar,
separada de su dueño.

(continuará)

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