domingo, 30 de octubre de 2011

Versos de compromiso con la palabra

PALABRAS

¿A qué aspiran las palabras?
¿Qué guardan en sus adentros?
¿Qué esperan del pobre hombre,
luz de su alma y su cuerpo,
de su incierto caminar
y de sus más queridos sueños?

La palabra tiene duendes
en su piel de caramelo,
la palabra tiene hechura
de fragmento de los cielos,
la palabra tiene emboque
de los vinos más selectos,
la palabra guarda luces
arcoíris y destellos.

Hay que inventar la palabra,
sacarla de baúles viejos,
rociarla de limpios aires,
vestirla con trajes nuevos.
Hay que escuchar la palabra
y desterrar viejos miedos,
oír sus cantos dorados
y sus más sublimes rezos.
Hay que oler a la palabra,
husmear su aroma añejo,
y descubrir, cuanto antes,
fragancias de nuevo verbo.
Hay que beber la palabra
hija de rico venero,
hay que saborear su alma,
el néctar de sus adentros.
Hay que tocar la palabra,
sentirla en prosa y en verso,
rozar sus áureas mejillas,
llenarla de gratos besos.
Hay que guardar la palabra,
en recios cofres de estreno,
como fortuna y tesoro
para los futuros tiempos.

Si cumplimos con los “hay”,
si de la palabra hacemos,
estandarte, arma, luz,
herramienta, gran trofeo,
ventura, gloria, verdad,
utopía, pan y sueño,
los dioses de la palabra,
regalarán nuevo cielo
a los hombres, a sus hijos,
a sus proles y a los pueblos.

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