Despidiendo noviembre, comenzamos la publicación del "Romancero íntimo", compuesto de 20 romances que, silentes, sumisos y poco a poco, irán apareciendo en este, para nosotros, querido ventanal.
1. ROMANCE DE UNOS RECUERDOS
Imágenes de un pasado,
acuden desdibujadas,
en sonora tropelía,
hacia la abierta ventana
de una entristecida mente,
que sueña con ser fontana,
rico y fructuoso venero
de gratas horas pasadas.
Las imágenes disputan
por ser elegidas damas,
por ser un primer recuerdo,
por ser una prima estampa,
mas, la atribulada mente,
reclama reposo y calma,
ante aquel batiburrillo
de cosas entremezcladas.
La mente, rota de espanto,
deja en blanco sus entrañas,
desiste de recordar,
hasta poder ordenarlas,
hasta conseguir de ellas
que se vuelvan aguas mansas,
que se muestren una a una,
para poder apreciarlas.
La mente de cuna triste,
de entrañas de nieve blanca,
ha conseguido ordenar,
con arte, saber y maña,
aquellas locas imágenes
que en sus adentros guardaba.
Sin prisas, la sabia mente,
colorea sus entrañas,
con una imagen primera,
la pobre, casi olvidada.
El lustre de la lejanía,
le dio una apariencia extraña,
la mente la escudriñó
con ojos de pureza alba,
tratando de descifrar
aquello que representaba.
Después de ahondar en ella,
después de mucho mirarla,
la mente suspira y llora
por culpa de aquella estampa,
donde una feliz criatura,
riéndose a carcajadas,
corre como una gacela,
por la orilla de la playa,
espantando a las gaviotas,
que en el orillar descansan,
provocando cien repiques
de cien castañuelas blancas
que aletean hacia el cielo,
sobre las aguas saladas.
La mente llora y suspira,
derrama dos grandes lágrimas.
Para evitar la llorera,
cierra su frágil ventana
y busca una nueva imagen,
que le devuelva la calma.
Una nueva ha aparecido,
en la vidriosa pantalla,
un joven de pocos años
anda por la vieja playa,
le acompaña una doncella,
juguetona, vivaracha,
van cogidos de la mano,
un primario amor, delatan,
el decoro y la pureza,
se proyectan en sus caras.
En un instante de gloria,
la niña de aquella estampa,
planta en la boca del joven,
un beso de fina plata,
primo beso de una historia
que terminó siendo nada,
huella que murió al nacer,
sobre la arena mojada.
La mente cierra los ojos,
la curiosidad la mata,
¿Dónde estarán los labios
del beso de fina plata?
La mente sigue pasando
imágenes desdibujadas,
hasta detenerse en una,
clara, como el agua clara,
de blancores encendidos,
de anillos, síes y arras,
de sueños apasionados,
canto de amor y esperanza.
La mente no se reconoce
en aquella vieja estampa,
de envidiada juventud,
exuberante y lozana.
¡Cómo los tiempos transforman
nuestros cuerpos, nuestras almas!
Y vuelve la algarabía,
la confusión se desata,
las imágenes se mezclan,
pugnando por ser miradas,
y la mente, entristecida,
vuelve a cerrar sus ventanas,
se niega a pensar en ellas,
piensa que no le hacen falta,
que los recuerdos no sirven
para ganar la batalla,
para salir victorioso,
en su lucha con la parca
que, desde hace unos días,
la tiene muy acobardada,
huyendo de los espejos,
gritando en la madrugada
¿Dónde mis recuerdos van,
cuando de aquí, yo me vaya?
¿Dónde estos versos irán
a buscar nuevas mañanas?
¿Dónde este pobre romance
encontrará grata cama,
tálamo de eternidad,
capricho de mente humana?