El día esperado llega
y buscándose atalaya
en la torre de la iglesia
con provisiones se instala.
Perfectamente divisa
la carretera lejana,
nada escapará a su vista
si su buen amigo llegara.
Pasan las horas primeras,
hay sólo falsas alarmas,
los que usan la carretera
no complacen su esperanza.
Encima viene la noche,
grande es su desesperanza,
ya no llegarán más coches,
inútil fue la velada.
Cecilín sin querer duerme
por fatiga acumulada,
muchas pesadillas tiene,
se le seca la garganta.
Antes de la media noche
suenan fuertes campanas
y se despierta de golpe,
sin saber quién las tocara.
Una claridad enorme
puede verse en lontananza,
le parece que no corre,
pero con sosiego avanza.
Cecilín entonces vio
que otras luces la acompañan,
formando una procesión
en la noche dibujada.
Se restriega sus dos ojos,
qué serán aquellas llamas
que coinciden en el fondo
con redoblar de campanas.
Quién será este campanero
que sones al pueblo lanza,
alterando buenos sueños,
llamando a la despertada.
Movido por la ansiedad
los muchos escalones baja,
viendo con curiosidad
que nadie allí le acompaña.
Costa Ballena, 4 de Agosto de 2025
No hay comentarios:
Publicar un comentario