VIERNES, DÍA 3 DE ENERO
ENTRE LA INGRATITUD Y EL CHASCO
Muchas horas de trabajo a cambio de nada, por el sólo amor al arte, el de que a uno le encanta el escribir. Como la frustración de no haber podido estudiar periodismo.
Al principio te ofrecen el oro y el moro...; tú, en este caso yo, en un alarde de modestia indica que no merece la pena hablar de ello.
El otro, más práctico y vivo que el hambre, parece cogerte la palabra.
Tú, de nuevo yo, sigues con tu tarea, pensando que al final y al menos tendrá algún detallito, sin pensar en nada concreto.
Aquel gana su mucho o poco dinero con su revista, en especial a costa de la publicidad, que es mucha y que él se la sabe buscar, contando además con mi esfuerzo, que en ocasiones llega a ser hasta exigido.
Mi mujer me pone en guardia; yo no le quiero dar la razón y sigo confiando en el "peluche", porque creía que era bueno.
Pasa el tiempo y el silencio se alarga. El viaje sigue siendo mi esperanza; sin embargo, la prolongada ausencia hacen brotar los consiguientes recelos. Un paquete con casi forma de teléfono o la insinuación de ello, origina una ingenua sonrisa por mi parte.
- Me acordé de tí, ¿sabes?
- Gracias, no tenías que haberte molestado - otra vez la estúpida modestia...
- Me costó muchísimo trabajo. No te lo puedes imaginar.
Cuando abrí el paquete, ante su insistencia, pude comprobar lo que contenía, unas cuantas cajas de cerillas para mi colección. Y me quede sin palabras.
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