NÁQUERA (XV)
P.D.
Aunque diera por concluso
aquel
absurdo relato,
que un camaleón, una ardilla
y un grillito más que malo
me tuvieran bien en jaque
durante verano grato
en pueblito levantino,
Náquera, lugar serrano,
detalle insignificante
no quiero evitar contaros.
Pasado bastante tiempo,
no recuerdo cuántos años,
en aquel sitio de Náquera
volvimos a reencontrarnos.
Pura probaba fortuna
en el tema inmobiliario
construyendo en su terreno
varios chalés adosados
y reunió a los que eran suyos
más contados invitados
en el jardín de su casa
para feliz celebrarlo.
que un camaleón, una ardilla
y un grillito más que malo
me tuvieran bien en jaque
durante verano grato
en pueblito levantino,
Náquera, lugar serrano,
detalle insignificante
no quiero evitar contaros.
Pasado bastante tiempo,
no recuerdo cuántos años,
en aquel sitio de Náquera
volvimos a reencontrarnos.
Pura probaba fortuna
en el tema inmobiliario
construyendo en su terreno
varios chalés adosados
y reunió a los que eran suyos
más contados invitados
en el jardín de su casa
para feliz celebrarlo.
todos
bien nos conocíamos,
tan sólo una parejita
de jóvenes agraciados
que no cesaba de reír
resultaban algo extraños.
Pura nos lo presentara
como nuevos propietarios
del primer chalet vendido,
el que estaba bien cercano
al que fuera más longevo
de los árboles plantados,
algunas de cuyas ramas
podían tocar con sus manos
desde cualquier ventanal,
pulcramente repintado,
con que contaba el hogar,
entre otros muchos encantos.
Era graciosa la joven
y de ojos muy vivarachos,
bastante más serio, tardo
y tímido, el muchacho,
teniendo yo la impresión
de que los conocía de algo;
es más, en esta velada,
de mirarme no han cesado,
fueron de complicidad
las miradas que me enviaron,
permanentes sus sonrisas
y sus encuentros buscados,
pero jamás descubriendo
las razones de sus actos.
tan sólo una parejita
de jóvenes agraciados
que no cesaba de reír
resultaban algo extraños.
Pura nos lo presentara
como nuevos propietarios
del primer chalet vendido,
el que estaba bien cercano
al que fuera más longevo
de los árboles plantados,
algunas de cuyas ramas
podían tocar con sus manos
desde cualquier ventanal,
pulcramente repintado,
con que contaba el hogar,
entre otros muchos encantos.
Era graciosa la joven
y de ojos muy vivarachos,
bastante más serio, tardo
y tímido, el muchacho,
teniendo yo la impresión
de que los conocía de algo;
es más, en esta velada,
de mirarme no han cesado,
fueron de complicidad
las miradas que me enviaron,
permanentes sus sonrisas
y sus encuentros buscados,
pero jamás descubriendo
las razones de sus actos.
cuando
ambos se me acercaron,
ella diome un par de besos,
él estrechara mis manos
con verdadero calor
y con guiño se alejaron,
dejándome bien perplejo
y con cara de alelado.
Cuando en la cuenta cayera
ambos dos se habían marchado,
me acordé de una ardillita
ella diome un par de besos,
él estrechara mis manos
con verdadero calor
y con guiño se alejaron,
dejándome bien perplejo
y con cara de alelado.
ambos dos se habían marchado,
me acordé de una ardillita
con
el grillo eliminado,
movidos por el amor
de su hechizo se libraron,
volviendo, como en los cuentos,
a devenir como humanos.
Preferí guardar silencio
y así poner fin al relato,
cosas de orate, mientras yo
con viento fresco me marcho.
movidos por el amor
de su hechizo se libraron,
volviendo, como en los cuentos,
a devenir como humanos.
Preferí guardar silencio
y así poner fin al relato,
cosas de orate, mientras yo
con viento fresco me marcho.
El Viso del Alcor, 30 de Mayo de 2025
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