66 .- UNA BRISA HURACANADA ( II )
La brisa, loca de atar,
daba saltos de contento
y en su infantil saber,
carente de todo miedo,
se bebió de un solo trago
los diez frasquitos de viento,
y se llenó, y se llenó
como un globo gigantesco,
no cesaba de crecer,
llenando parte del cielo,
no se podía librar
de aquel raudo crecimiento,
pronto habría que buscar
un prodigioso remedio,
que frenara de una vez
aquella locura de vientos.
La suerte quiso jugar
en aquel grave momento
y, entre las aves, buscó
un artesano certero,
capaz de solucionar
aquel difícil entuerto.
y, sin dudar, eligió
al pájaro carpintero,
por su pico duro y fuerte,
por su constancia y salero,
para que con su piquito
pinchara aquel globo inmenso.
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