EL
ARCO IRIS PRIMERO
En los ojos de aquel niño,
como
límpida saeta,
se
clavó, regalo incruento,
un
arco iris de fiesta.
Cuando
los siete colores,
cuerdas
de lira serena,
mudos,
dejaron atrás,
aquellas
inquietas puertas,
un
no sé qué emocionado
recorrió
su piel morena,
descubriendo,
en un instante,
el
sabor de la belleza.
Los años fueron granando
villancicos
y saetas,
y
aquellos ojos de infante
perdieron
vista y sorpresas,
cansados
de contemplar
lo
que la vida les muestra.
El
arco iris malgastó
sus
estupores violetas,
el
rojo de sus mejillas,
el
verde de primavera
y
el resto de sus colores,
criaturas
de su bandera.
Y
ya nunca fue el arco iris,
como
aquella vez primera,
en
que sus siete colores,
dardos
de pura candela,
se
clavaron y encendieron
aquella
mente pequeña.
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