OSCURIDADES DE DOLOR Y MUERTE (3)
Llegada
la medianoche
el durmiente se despierta,
la fealdad del suyo rostro
cubre con barba muy espesa,
melena y sucia capucha
que le tapa la cabeza,
túnica de fraile, ajada,
usa como vestimenta
y en su sigiloso andar
es notable su cojera,
originando un vaivén,
que en un momento cualquiera
puede dar, sin equilibrio,
con sus huesos en la tierra.
Sírvele de contrapeso
un zurrón de burda tela,
en el que guarda con celo
la comida que él encuentra,
hurtándola en el mercado
o al pedir por las callejas,
despertando compasión,
la miseria que refleja,
a vecinos de la villa
desde que llegara a esta.
Mientras tanto, el trovador
busca por todas las cuevas,
que desde la misma mar
hacia la entraña penetran
de aquel presidio y lugar,
como si sus tripas fueran,
para ver si con fortuna
a su enamorada encuentra.
el durmiente se despierta,
la fealdad del suyo rostro
cubre con barba muy espesa,
melena y sucia capucha
que le tapa la cabeza,
túnica de fraile, ajada,
usa como vestimenta
y en su sigiloso andar
es notable su cojera,
originando un vaivén,
que en un momento cualquiera
puede dar, sin equilibrio,
con sus huesos en la tierra.
Sírvele de contrapeso
un zurrón de burda tela,
en el que guarda con celo
la comida que él encuentra,
hurtándola en el mercado
o al pedir por las callejas,
despertando compasión,
la miseria que refleja,
a vecinos de la villa
desde que llegara a esta.
Mientras tanto, el trovador
busca por todas las cuevas,
que desde la misma mar
hacia la entraña penetran
de aquel presidio y lugar,
como si sus tripas fueran,
para ver si con fortuna
a su enamorada encuentra.
En
su búsqueda descubre
pasadizos
que se estrechan,
pero que se unen con otros,
como los hierros de rejas,
conformando laberinto,
que a ninguna parte lleva,
con subidas y bajadas
y de los humanos, huellas,
con olores nauseabundos
y ratas de orejas tiesas,
que chocan contra sus pies
en alocadas carreras,
donde los ruidos se agrandan
cuando el silencio se quiebra,
como si toda esta roca
bien horadada estuviera,
para servir de refugio
a gente muy canallesca,
a piratas y corsarios
que salvación allí tengan
o que usan los moradores
de la suya fortaleza,
para encontrarse la mar
y poder disfrutar de ella
o que les permitan la huida
cuando se pierde la guerra.
pero que se unen con otros,
como los hierros de rejas,
conformando laberinto,
que a ninguna parte lleva,
con subidas y bajadas
y de los humanos, huellas,
con olores nauseabundos
y ratas de orejas tiesas,
que chocan contra sus pies
en alocadas carreras,
donde los ruidos se agrandan
cuando el silencio se quiebra,
como si toda esta roca
bien horadada estuviera,
para servir de refugio
a gente muy canallesca,
a piratas y corsarios
que salvación allí tengan
o que usan los moradores
de la suya fortaleza,
para encontrarse la mar
y poder disfrutar de ella
o que les permitan la huida
cuando se pierde la guerra.
Costa Ballena, 5 de Agosto de 2025
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