jueves, 14 de marzo de 2024

VIVENCIAS DE UN AÑO MÍTICO, 1992


SÁBADO, DÍA 23 DE MAYO

ME DESPERTÓ LA LLUVIA, ¡BENDITA SEA!

                    No fui a Granada, con todo preparado para hacer este viaje; ni creo que tampoco vayamos a la EXPO, que fue la causa de lo primero.
                    Me desperté a media noche con el ruido del agua de lluvia y me asomé, levantando la persiana de la ventana para ver y disfrutar, por qué no, del espectáculo.
                    No se equivocaron en esta ocasión los que nos avisaron a través de los noticiarios de distintas  televisiones. Llovió con intensidad, pero para tristeza nuestra, sólo fu un instante.
                    De pronto, aquel sonido grato, y en el silencio de la noche, dio paso al canto de los pájaros madrugadores, al olor característico, asomándome a la puerta, de la tierra mojada y el frescor de la mañana en su tímida amanecida, que nos anunciaba otro día.
                    Mi deseo inconsciente fue el de que ojalá no parase para que nos alivie un poco su caída.
                    Curiosamente también se nos fue la luz, como queriendo contribuir a convertirse en una jornada bien distinta.
                    Cuando llegó la mañana sin timidez, estuvo sorda y sin embargo, los sonidos y ruidos parecieron destacarse más.
                    ¡Qué llueva, qué llueva!, aunque tengamos que ir a la EXPO otro día, al igual que a la ciudad de la Alhambra, la Granada llena de encantos.



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