lunes, 19 de octubre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

 Entrega 4. Escrito 17

LA AVENTURA DE NO HACER NADA

      El no hacer nada ya es hacer algo, aunque el algo sea nada y la nada, nada sea.

       ¿Quién me compra este lío de la nada?

      El hacer nada, no es buena ni mala cosa, es simplemente hacer algo con carita y cuerpo de nada.

      Si el no hacer nada es tarea obligada, sobran sudores, cansancio y cuantas nadas queramos y si es tarea voluntaria, el cansancio y los sudores son compañeros ausentes en el mundo de la nada.

      El no hacer casi nada es el hermano mayor de la nada, con resultado de aprobado o de casi aprobado en el reino de la nadería.

      En el mundo de los listos el no hacer nada es insulto, mientras que el no listo, pronto, se marea no haciendo nada. Los listos buscan tareas que los alejen de no hacer nada y los demás mortales productos de casi nada buscan miles de ocasiones para no hacer nada.

      ¡Cómo se come el dicho de no hacer nada? ¡Vaya tela marinera, el cuento de Maricastaña, que se pasaba la vida soñando con no hacer nada, aunque floja la llamaran!

      El no hacer nada es castigo y gorda envidia del currante, de aquellos que mucho trabajan, con el sol y su calima, con el frío, con la lluvia, con los luceros del alba.

     Nadie vive contento con esto de no hacer nada. Menudo el aburrimiento que produce el no hacer nada, desde que se levanta Lorenzo y el gallo mañanero canta, hasta que llega la noche y a pelear con la almohada.

     Nada resulta más chusco y chungo que ilusionarse con no hacer nada, que vivir con la esperanza de que llegue un nuevo día para no hacer casi nada, porque algo hay que ser para justificar la paga, no como el sr. Iglesias que se lo lleva calentito haciendo poquito o nada.

     Termino, como casi siempre, con el cuento del político que cuando cogió la vereda, ni éste dejo la vereda, ni la vereda dejó al político o aquel otro, de los que no perdieron las dietas de desplazamientos, estando confinados sin hacer nada, sin salir de sus casitas y de desplazamientos nada de nada.

     Termino con unos versos de pura guasa.

     No me busques por los montes,

que me encuentro por la playa,

donde hace ya mucho tiempo,

con los euros que ahorraba,

nos compramos un pisito,

para no hacer casi nada.



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