lunes, 19 de octubre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

Entrega 4. Escrito 18

LA PRIMERA DEL VERANO

      La lluvia tan necesaria y casi olvidada, hoy, 21 de julio se asomó por Costa Ballena, ruidosa con roncos truenos de tormenta, y brevedad en sus aguas, la suficiente para mojar el suelo y pare usted de contar.

     En mi mañanero paseo recibí por dos veces el refrescante, inesperado y gratificante “bautismo” de sus aguas. En las cercanías de la escuela náutica, allá por donde bajan a la playa mi querido hermano y su familia, por primera vez. El aire de levante, bastante envalentonado, actuó como efectiva “secadora”, y el segundo “chaparrón” me alcanzó cerca de nuestra vivienda, en Bahía de la Luz, teniendo que acelerar el paso para no empaparme demasiado, con los grandes goterones que la lluvia de verano nos regalaba.

     De forma muy diferente recibimos este fenómeno atmosférico tan necesario. En el pueblo o en la ciudad, ante tal derroche de agua, sin pensarlo nos refugiamos a toda prisa en soportales, comercios de paso y de todo aquello que sirva de protección. Los paraguas no cuentan ¿Quién se atreve a salir con paraguas en pleno verano, sin esperar lluvia? En la playa es diferente, cuando ésta llega, equipados con bañador como única prenda, la recibimos festivamente y nos da igual y hasta “incluso” como decimos por aquí en situación de indiferencia total y de claro pasotismo, mojarnos con las salinas aguas del mar o con las dulces aguas despachadas por las nubes de esta mañana.

     Después de la parca “tempestad” volverá con camisa limpia la calma y, espaciadamente, volverán los cada vez más empobrecidos chaparrones, hasta dejarnos un esplendoroso día, de atmosfera limpia y sofocante calor que nos envían los aires de levante.

      En la playa todo vale, menos el frío, las altas temperaturas para bien “tostar” los cuerpos, los frescores de la mar, los calurosos y secos vientos de levante, las brisas salinas del poniente, del norte y del sur. Todo y todos colaboran con el mar, la Luna y las arenas para gozo de los veraneantes ¡Qué ya empezamos a ser demasiados! El único problema es y seguirá siéndolo por tiempo, el desigual uso de las molestas “mascarillas”.

     Hasta las próximas lluvias veraniegas, si las hay, un abrazo virtual para todos, como dice mi admirado analista económico José María Gay de Liébana.


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