Sábado, 16 de junio de 2018.
A 342 días…
LAS FIESTAS DE FIN DE CURSO EN LOS COLEGIOS
Ayer, por mandato de obligado cumplimiento como abuelo, me vi en la
ineludible y más que forzosa asistencia a la Fiesta de Fin de Curso del Colegio
Albaicín, donde “militan” mis queridos nietos Martina y Clemen.
Mucho
han cambiado éstas, desde que uno, con bastantes años menos, se encontraba
inmerso en las tareas organizadoras de dichas fiestas escolares. Los cambios no
suponen mejoría, los cambios no
presuponen adelanto educativo.
Desde la insalvable subjetividad personal trataré de explicar los
cambios más significativos producidos en este tipo de festejo escolar.
El
primero y de los más importantes lo constituye el hecho de la no implicación de todos los
sectores colegiales, profesorado, padres y alumnos. El profesorado, en la
actualidad, brilla por su ausencia y, en la mayoría de los casos, ni asiste
siquiera al evento. Lamentable pero cierto.
Las Fiestas ganaron en medios, el sonido y la iluminación crecieron, a la par que se producía una gran
pérdida de originalidad y variedad en las actuaciones. Hoy, la celebración
queda reducida a una única serie de aburridos, monótonos y repetidos bailes de
todos los cursos del centro y, como colofón, unas palabras de despedida a los
alumnos del último curso con la entrega de diploma y beca. Antaño, había
variedad en las intervenciones. Actuaciones de grupos y de solistas en directo
y en “pleiba”, representaciones teatrales, recitaciones, etc.
Otro cambio importante en los últimos años es la desaparición de los
padres en la explotación de la barra, cuyos beneficios eran destinados
principalmente a los viajes de fin de curso. En esta última los explotadores de
la barra pertenecían a una Hermandad de Penitencia de la localidad.
Sacar del Colegio la Fiesta puede
ser un acierto que choca con el inconveniente de que son muchos los centros
escolares y algunos se verán perjudicados a la hora de escoger día.
Al
margen de las consideraciones anteriores
que nunca deben ser interpretadas como críticas negativas, los padres y
los abuelos, espectadores agradecidos, disfrutaron en tiempos pasados y
disfrutan en los tiempos presentes con las actuaciones de sus vástagos menores.
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